jueves, 15 de noviembre de 2018

JAY BELLEROSE

Me entrego al virtuosismo ciego, a lo extraordinario sin apariencia de serlo. Es más complejo que cualquier pirueta o escorzo. Me encanta descubrir así a músicos singulares en su brillantez. Jay Bellerose forma parte de ese clan, de la familia musical de Joe Henry, hermano de sangre en el estudio. Su relación, además de duradera, es intuitiva, profunda, más que íntima. Pon a Jay junto a un autor al que vaya a producir Joe y sabrá enseguida qué percusiones le convienen, con qué ritmos acompañar, cómo armar sus cajas y platos para deslizar baquetas o dejar caer mazos. He llegado a reconocerlo al poco de comenzar a escuchar una canción nueva en la que él se encargue de la batería: son golpes sigilosos los suyos, de genética jazzística, a los que les sientan bien platillos de pandereta, arena o cascabeles, el complemento sutil y elegante de canciones con percusión que se escurre.

Si cuento bien, Joe ha trabajado con Jay Bellerose en seis discos suyos y en otros 30 que ha producido. Junto a David Piltch, otro casi siempre fijo en los estudios, han girado los tres juntos. Diría que la música que pasa por Joe grita por que Jay esté en ella. El baterista, además, ha dejado su huella rítmica y ambiental en varios álbumes producidos por T Bone Burnett y en otros firmados por artistas como Gregg Allman, Aimee Mann, Madeleine Peyroux, Cassandra Wilson, Sara Watkins, Graham Nash o Elton John.