jueves, 26 de octubre de 2017

HOY, THRUM


Meses de expectación, semanas, días… Primero podemos escuchar un tema, después otro, más tarde todo el disco al alcance… Y hoy es el día oficial en el que está a la venta Thrum. Vamos quedando pocos, los que aún echamos mano de la cartera para llevarnos un disco a casa bajo el brazo o esperamos a recibirlo con impaciencia en el buzón.

Thrum al cubo ya. Tres escuchas de concentrada dedicación, la música que nada por sus 55 minutos y nada más. Para compararlo con sus hermanos, para descubrir la marca de fábrica, para entrar y pasear por sus canciones, para dejarse sorprender por lo inesperado o regocijarse con la excelencia prevista, para caer en una hora de hipnótico éxtasis.

Una, dos y tres veces crees ver a Joe y a los demás (Jay, David, Patrick, Levon, Ryan…) creando música flotante en la quietud de una habitación, en horas que no terminan encogiendo y estirando palabras, cabalgando percusiones, bordando ritmos palpitantes, barnizando el eco de la teclas, a saltos desde los pulmones con sutiles brisas o aires estrujados. Así se fabrican 11 canciones que nos apartan un rato del mundo.

A veces me parece escuchar canciones que habrían encajado bien en Tiny voices o en Reverie. O creo que una y otra se descartaron en su momento de Invisible hour. Pero tras la segunda y la tercera escucha de todo Thrum siento las 11 canciones como un nuevo mensaje propio y auténtico, un estado de ánimo diferente que de tanta satisfacción me deja sin palabras.

Sí, Joe Henry, el mismo, el de siempre pero diferente. La música en sus manos se muestra abierta a alcanzar emociones placenteramente escalofriantes.

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